Chamanes y Chamanismo, ayer y hoy

En el origen, la palabra «chamán» designaba a una persona que pertenecía a la cultura tungus de Siberia. Esa persona era consultada por su tribu, se retiraba con su tambor, lo hacía sonar de ciertas formas, y accedía a una información que era respuesta a las preguntas de la tribu (ya fueran sobre salud de una persona, dificultades en los vínculos de la tribu, temas de recursos…). Esa palabra llegó a Occidente y se popularizó como término genérico para aquella persona dentro de una comunidad que se ocupa de ir a buscar información y respuestas a las dificultades de otras personas o de la comunidad toda. Claro que distintas culturas tenían roles similares, porque la raíz de eso que llamamos «chamanismo» es algo esencialmente humano.

Quienes practicamos chamanismo para asistir personas en sus problemáticas, dolencias y evolución personal, no siempre nos llamamos «chamanes». Porque en el imaginario popular, un chamán es «un curandero indio» o «una persona extraña, exótica, que receta plantas o guía rituales». Pero lo esencial no es si tenés abuelos nativos de América o si preparás Ayahuasca. Lo esencial es que tengas una visión holística del mundo, que sepas buscar «la verdad detrás de las apariencias», y que tengas compromiso con un rol que no siempre es valorado por los demás. Luego, hace falta tener conocimiento de tus propias heridas y medicinas, y la disposición a involucrarte con los procesos de transformación de otras personas. El resto es entrenamiento, práctica y más práctica.

Para eso existen los Talleres de Chamanismo Integral, diseñados por Flavia Carrión y enseñados en la Escuela de Espiritualidad Natural por instructores formados por ella. Para brindarte ante todo un entrenamiento en ser «chamán de tu propia vida», y luego (a través de cursos de profundización) entrenarte en prácticas para asistir a otros en sus procesos, o para ir más profundo en tu camino de desarrollo personal y creación de tu vida.

Si te interesa conocer esta propuesta, podés ingresar acá: www.espiritualidadnatural.com/chamanismo-integral

Si lo que buscás es un espacio terapéutico y de desarrollo personal donde se apliquen prácticas chamánicas, escribime a jaimebarzi.ten@gmail.com para contarte más y coordinar una sesión.

Los objetos especiales del chamán

Los elementos que utiliza un chamán (o un terapeuta energético, o un facilitador de prácticas de conciencia), son especiales. Cada disciplina utiliza objetos diferentes, pero esto vale para todos: los altares y tambores del chamán, los péndulos del reikista, los cristales del gemoterapeuta, los cuencos y gongs del terapeuta sonoro…

Pero no es que sean especiales en sí mismos, sino por una razón mucho más trascendente:

Son especiales por el vínculo que esa persona ha forjado con ellos.

Muchos de estos objetos, fueron creados por él o ella. Imaginemos el camino que recorrieron:

Esta persona ha tenido la necesidad de un objeto para sus prácticas, ya fuera que un paciente lo solicitó («quisiera incorporar sonidos ancestrales a esto que hacemos, ¿vos usás instrumentos ancestrales?»), o fue un guía quien lo indicó (en un viaje de tambores, meditación o durante una sanación).

Así, el chamán, terapeuta o facilitador, se embarcó en la tarea de tener ese objeto para cubrir esa necesidad de su paciente.

Pensó la mejor manera de construirlo, preguntando a sus maestros, buscando información, pidiendo asistencia…

Luego tuvo que buscar los materiales más adecuados para componerlo. Tal vez tuvo que buscar algún elemento durante meses, visitando distintos lugares (ya sea en la Naturaleza, o bien en tiendas especializadas), esperando condiciones particulares (cierta estación, por ejemplo, o que el proveedor tuviera en stock).

Entonces, tuvo que construirlo: los elementos básicos, las materias primas, convirtiéndose en un objeto singular. Tuvo que tener paciencia si era la primera vez que lo hacía; si algo salía mal en el proceso, rediseñarlo y volver a empezar…

Ya creado un objeto funcionalmente apropiado, lo consagró a la tarea que le encomendaría: sanar, asistir, acompañar, proteger… Y a partir de entonces, comenzó a utilizarlo siempre con un propósito de sanación, de búsqueda de medicinas y verdades.

Esa necesidad original, inició un proceso que, finalmente, dio nacimiento al objeto. Los objetos se van «cargando» de esa energía, de ese intento, y así es como se vuelven especiales.

Todo esto nos invita a reflexionar acerca de dos cosas:

En primer lugar, sobre esos supuestos objetos «poderosos», «mágicos» o «especiales» que nos acercan algunas personas.

¿Cuál es el viaje que hizo ese objeto, desde la necesidad que lo originó, su concepción, su construcción, su consagración? ¿Es coherente para mí el proceso que lo creó?¿Quién lo trajo al mundo? ¿Comparto mi cosmovisión con esa persona? ¿Sé algo sobre esto, o simplemente confío en el comerciante que me lo vende?

En segundo lugar, todo esto nos invita a reflexionar sobre los seres humanos. Porque nosotros también seguimos ese proceso: hay una necesidad en la comunidad que hace que el Gran Misterio decida crearnos, entonces elige los mejores elementos para formarnos, siguiendo un misterioso plan que se basa en la necesidad que habremos de cubrir, y cuando estamos listos, nos consagra dándonos la vida. Y a lo largo de la vida, nos vamos potenciando con esa energía del propósito que nos trajo al mundo.

Todas las personas somos «especiales», en este sentido: somos únicos, y hemos venido al mundo porque la comunidad tiene necesidades que nosotros podemos cubrir.

JSMB

Lo único que realmente sana

Lo único que realmente sana, es encontrar nuestro lugar auténtico en el mundo. Eso no es un secreto: quienes viven su pasión, aquellas personas que trabajan de lo que aman, que han creado una profesión basada en sus dones y talentos únicos, que han convertido su experiencia de vida en valor para la comunidad, son personas sanas y felices.

El tema es: ¿cómo transito desde mi estado actual hacia esa vida soñada?

No es sencillo. ¿Por qué habría de serlo? Dicen los que saben, que valoramos más aquellas cosas que nos cuestan. Es como si el alma supiera que «lo que llega fácil, se va fácil», y como quiere que ese nuevo y maravilloso estilo de vida (auténtico, saludable, armónico, pleno) sea duradero, nos lleva a conocer otros caminos posibles.

Nos empuja a que lleguemos a esta conclusión: «Debo crear la vida que sueño, es el único modo de alcanzar una felicidad real».

Y no solo para mí: al hacerlo, mi estado energético cambia, me convierto en un faro que derrama luz y bienestar a las personas que quiero, a mi familia y amigos, y a toda la comunidad en la que vivo.

¿Recuerdan ese lugar de comidas en donde sintieron que los platos eran caseros, «como los hacía la abuela»? Hay cocineros que aman lo que hacen.

¿Les pasó de leer un poema, o un cuento, o escuchar una canción, y que el corazón les diera un vuelco, los ojos se llenaran de lágrimas, o el mundo se hiciera de repente más grande? Hay escritores, poetas, músicos que aman lo que hacen.

¿Y esa contadora, administrativa o asesora que -en lugar de seguir el clásico arquetipo de la ineficiente «empleada pública»- les ayudó a acomodar los papeles y finalmente completar ese arduo trámite? También hay personas en estos puestos que aman lo que hacen.

Sea cual sea la pasión que nos mueve, cuando la vivimos plenamente hay algo que cambia en nuestra vida. Nos levantamos con más energía, la comida nos cae mejor, el metabolismo se acomoda, dormimos bien, recordamos los sueños, tenemos «resto» para disfrutar el tiempo con nuestros hijos, amigos y pareja…

Y de nuevo: ¿cómo transito desde mi estado actual hacia esa vida soñada?

Como todo camino, se hace de pasos. Dependiendo de tu situación, quizá hayas caminado un largo tramo ya, por ti mismo, quizá con ayuda de algún terapeuta, coach o asesor. Tal vez estés en medio de un caos, no sabiendo para qué viniste al mundo, cuáles son tus talentos y dónde podrías hacer el mejor aporte.

Sea como sea, lo importante es seguir adelante. Conectar con ese impulso y seguir adelante, aferrándose a él, a ese «sueño del alma» como nos aferramos a las certezas más hondas, esas que se convierten en el «norte» de nuestra brújula interior. Como diría Don Juan, ese «corazón» para ponerle al camino.

Existen muchos recursos que pueden servirte para ponerte en marcha. Si lo deseas, escribeme y cuéntame sobre tu camino particular, así podré brindarte algún tip, ejercicio o recurso que sea apropiado. También, puedo brindarte sesiones de acompañamiento de tu proceso, para que abordemos juntos los bloqueos, las trabas, las complejidades más profundas, resolviéndolas y encontrando el camino más apropiado para ti

Y que a través de ese camino, puedas encontrar tu auténtico ser.

JSMB

El guerrero espiritual

A lo largo de la historia, se ha ido generando una aparente y ficticia dualidad, que pone de un lado lo material, el cuerpo, los objetos, la tierra, y del otro lado lo sutil, el espíritu, la energía, el cielo. Esta dualidad ha sido producto de una historia, de una dinámica que nos ha marcado de muchas maneras, como en el desprecio del dinero como algo «impuro», en la aparente superioridad de un género sobre otro, en la idealización de lo idílico…

Las personas que realizamos prácticas relacionadas con la espiritualidad -como los meditadores, los practicantes chamánicos, los terapeutas holísticos, los practicantes de yoga u otras disciplinas como éstas- muchas veces nos volcamos hacia un lado de esta dualidad, por una razón muy simple: el mundo que nos rodea está muy polarizado, y nosotros reaccionamos inclinando la balanza en la otra dirección. Pero sabemos en nuestro interior que esto solamente es para intentar recobrar el necesario equilibrio.

Por eso es importante mantenernos más allá de esas dualidades, pudiendo manifestar la sutileza en un mundo donde lo material está entronizado, pero también pudiendo darle cuerpo a las ideas de transformación y armonía que buscamos para el mundo, que tan necesarias son.

El arquetipo del Guerrero Espiritual llega entonces para devolvernos al sentido fundamental del equilibrio, que trasciende dualidades sin perder eficacia, que busca la verdadera libertad, más allá de las apariencias, de los condicionamientos y de las ficciones.

Despertar el Guerrero Espiritual que vive en cada uno de nosotros se vuelve imperativo en los tiempos que corren. Este Guerrero no es violento, pero sí es decidido; no es ambicioso, pero sí es idealista; no es vanidoso, pero se ama a sí mismo. Porque sabe que su equilibrada fortaleza es necesaria para sanar al mundo.

Jaime San Martín Barzi


La Escuela de Espiritualidad Natural te ofrece talleres y seminarios relacionados con esta temática. Escríbenos para conocer más e inscribirte: escuela@espiritualidadnatural.com

Piedras en el camino

«Deja una piedra encima de ese montón de piedras de allá», dijo el maestro. El discípulo tomó una piedra de por ahí, y la sumó al montón de piedras, que por poco lo superaba en altura. Siguieron caminando. «Maestro, ¿estamos yendo bien? Hace tres días que salimos y lo único que vemos son montones de piedras», inquirió el discípulo. El maestro no lo miró, y dijo: «precisamente, esos montones de piedra muestran que aquí han pasado otros viajeros».
 
Siguieron caminando muchos días y muchas noches, el discípulo pensando en cuándo llegarían a aquel lugar de conocimiento que el maestro había mencionado, y el maestro pensando en cuánto demoraría el discípulo en descubrir que aquel ‘lugar de conocimiento’ era el camino mismo.

Abundancia: nosotros y la Naturaleza

¿Recuerdan aquella época en la que estábamos conectados con toda la abundancia que existe en la Naturaleza?

Nos reuníamos en la cueva, con el fuego como aliado, a pensar cómo dar caza a la presa… había magia en aquello, esa planificación, ritualizada a través del arte, nos daba fortaleza y alineaba el propósito de todos los que formábamos el grupo de caza.

Salíamos, apenas armados con palos, piedras y lanzas, recorríamos la espesura quizá durante días, hasta que encontrábamos aquella presa, y… ¡zas!, objetivo cumplido, nuestra tribu tendría alimentos hasta la próxima luna llena.

Esto aplica también al momento presente, aunque nuestra presa y nuestras estrategias hayan cambiado. Clarificar el propósito es algo de vital importancia, tanto el propio propósito como el compartido con la tribu, ya sea la familia, el barrio, la sociedad.

Y en cada uno de esos niveles, compartirlo de forma circular, para que no haya prioridades jerárquicas de unos sobre otros. Esto es quizá lo más difícil, pero podemos comenzar por casa, e ir impulsando una transformación mayor hacia los niveles que abarcan decenas, cientos y miles de personas.

Todos estamos en el mismo viaje de la existencia, hacia una versión más y más floreciente de nuestro ser verdadero.


Nos estamos acercando a dos fechas muy importantes en términos de abundancia. La primera es la Celebración de la Pachamama, ceremonia de la cultura andina de Sudamérica que coincide en tiempo y propósito con muchas festividades que, en medio del invierno, agradecen, piden y celebran la abundancia que sostiene la vida.

La Fiesta de la Pachamama se celebra tradicionalmente cada 1° de Agosto. Desde la Escuela de Espiritualidad Natural queremos invitarte a acompañarnos en alguno de los eventos que estaremos brindando, de forma gratuita y abierta a toda la comunidad, el sábado 5 de Agosto. Aquí encontrarán información al respecto.

La segunda es el Día Fuera del Tiempo, fecha clave en el Calendario Maya que nos sirve de umbral entre el año que se fue y el que comienza. Coincide con el 25 de Julio del calendario occidental; distintas agrupaciones organizan celebraciones en todo el mundo, busca la que esté cerca de tu barrio o ciudad, o dedícale ese día a pulsar tu arte y agradecer.

No importa tanto cómo lo celebres, sino que el propósito, como decíamos antes, esté alineado: saber qué es lo que uno quiere construir para la propia vida, para la comunidad y para las generaciones futuras. Saber qué mundo queremos dejar cuando ya no estemos aquí. Y reconocernos parte de esa totalidad de energía y materia en la que todo existe en abundancia.

Abundancia no es una cosa que tienes o no tienes: es una manera de relacionarnos con las personas, con las circunstancias y con el mundo.

Jaime San Martín Barzi

El viaje del héroe

Estamos muy tranquilos en nuestra vida ordinaria hasta que algo sucede y nos quita del sendero conocido. Estos desafíos nos empujan hacia lo extraordinario, nos proponen un camino diferente al que transitamos hasta ahora y nos prometen aventuras y descubrimientos.

Ya se ha dicho muchas veces que cada persona es responsable, tal vez no de las circunstancias de su vida, pero sí de qué hace con ellas. Una enfermedad, un cambio inesperado en el trabajo, la partida de un ser querido, el fracaso de un emprendimiento… estas cosas pueden ser terribles en un primer momento, desestabilizarnos y hacernos sentir que ya nada tiene sentido. Pero este momento de confusión y frustración puede ser transformado en oportunidad y renovación: depende de que nosotros decidamos vivir la vida como el viajedel héroe.

El Calendario Maya, a través de la Onda Encantada del Caminante delCielo, nos invita ahora a identificar ese viaje heroico, a encontrarnos cara a cara con los desafíos, lo misterioso, la aventura, lo extraordinario, y hacer salir de nuestro interior al héroe que interiormente somos.

Cuando digo «héroe» no hablo solamente de Superman o Luke Skywalker: cada persona tiene una manera particular de enfrentarse a los desafíos con actitud heroica, y eso construye la diversidad humana que enriquece a la comunidad planetaria. Lo imprescindible es no desanimarse, sino entender que cada momento difícil en la vida es una etapa de un camino de crecimiento y aprendizaje, de evolución personal y de manifestación del maravilloso ser que cada uno ha venido a ser.

Uno que vuele más alto…

El Gran Espíritu había creado el mundo y en él a todas las criaturas. Había sido un gran placer hacerlo, pero también, un esfuerzo tremendo. Fue así que decidió retirarse a descansar.

Convocó entonces a todas las criaturas a reunirse en un gran festival de despedida. Y todos asistieron y celebraron, compartieron y rieron, y pronto el final del festival estuvo cerca. El Gran Espíritu pidió entonces la palabra, y todos escucharon atentamente.

«Para poder retirarme en paz, debo estar convencido de que tienen todo de mí, todo lo que he podido darles. Y aún hay algo que puedo darles y no les he dado. Pero no puedo hacerlo solo: uno de ustedes deberá ayudarme.»

Todas las criaturas se miraron, asombradas: ¡tenían tanto! El mundo que el Gran Espíritu había creado era próspero, equilibrado y abundaban en él todas las cosas deseables y nutrientes.

«Haremos así: uno de ustedes, el que se ofrezca, me ayudará, pero no podrá volver aquí.»

Eran tan felices las criaturas del mundo, con todo lo que tenían, que nadie comprendía por qué podrían querer dejar aquel lugar, en nombre de qué, para buscar qué cosa, ¡tenían todo!

«Quien se ofrezca, deberá volar muy alto»

Las criaturas de las aguas y las de la tierra se sintieron aliviadas: «¡nosotras no podemos ir! ¡No podemos volar!», dijeron.

Las aves más pequeñas y los insectos y otras criaturas aladas dijeron: «¡nosotras podemos volar, pero nos agotaremos antes de llegar tan alto, no estamos hechas para esto!»

Las aves más grandes y poderosas se miraron y temblaron. ¿Alguna de ellas sería la adecuada?

El Gran Espíritu dijo entonces:

«Daré a quien se ofrezca el don de volar más alto que cualquier otro ser. Volará por encima de todo. Llegará más alto de lo que yo puedo llegar.»

«¿Es eso posible?», preguntaron muchos, sorprendidos.

El Gran Espíritu sonrió con gentileza. «Pero recuerden: quien se ofrezca, no regresará aquí.»

Hubo un silencio. De un rincón del mundo, se alzó una voz tímidamente: «Yo me ofrezco». Era un ave del desierto, un ave que nunca había volado muy alto, ni había tenido gran fuerza. «Iré, y no regresaré aquí, porque alguien tiene que hacerlo».

El Gran Espíritu asintió, y el ave se acercó al centro de la gran reunión.

«Entonces, serás capaz de volar muy alto, por encima de donde yo puedo llegar. Allí encontrarás una joya: cómela. Y luego, vuela de vuelta hacia aquí».

«¡Cómo! ¡Pero había dicho que jamás regresaría!». Los murmullos de las criaturas se elevaban. El Gran Espíritu pidió silencio.

«Esa es mi voluntad, mi último pedido hacia ustedes, mis criaturas.»

Así fue que el ave agitó sus alas y comenzó su vuelo, dejando atrás a todas las criaturas y elevándose más y más. Pronto estuvo volando en alturas desconocidas a las que nunca antes había llegado. Se cruzó con sus primas las grandes aves que dominaban la región, quienes saludaron con orgullo a la valiente aventurera. Llegó incluso a las nubes, y las cruzó, llena de curiosidad por ver lo que habría más allá: ninguna criatura había volado tan alto jamás, y ella lo estaba haciendo, porque el Gran Espíritu lo había pedido y porque ella podía, deseaba, cumplir con aquel pedido, realizar aquella travesía.

Vio entonces a lo lejos al Gran Espíritu, manifestado en una inmensa y altísima montaña, que ya no era de roca sino de viento y neblina: era su manera de despedirse.

Volvó más y más alto. Luchó contra el cansancio y contra las corrientes veloces que dificultaban su vuelo; tuvo que recordar muchas veces por qué hacía aquello, para no ceder al cansancio y dejarse caer.

Y supo que había llegado cuando sobrepasó la cima de aquella montaña, que había sido el Gran Espíritu. Y vio, justo arriba de la cima, en medio del vacío donde nada más había, una joya resplandeciente, parecida a una estrella, que emanaba una brisa cálida, tenue, pero tan persistente que estuvo nuevamente muy cerca de ceder.

«El Gran Espíritu ha querido que venga aquí y tome esa joya, yo he aceptado este desafío, así que lo haré», se repitió, esta vez en voz alta.

Y avanzó aleteando en contra de la suave y poderosa brisa, y se esforzó, y se casi agotó…

Y llegó por fin a la joya. Tenía un color intenso, cálido y fresco a la vez, que no podía describir. Era enorme, pero a la vez tenía el tamaño de una fruta. La devoró con su pico, y supo que ya era hora de volver.

Se detuvo allí, en esa altura insostenible, y contempló el mundo. Tan alto había llegado que podía verlo todo, cada rincón, cada lugar, cada criatura. Y se dejó caer, planeando de vuelta hacia el mundo.

Cada vez, la caída fue más y más veloz, y el ave sintió más y más calor, más y más presión, hasta que pudo ver cómo sus alas se volvían incandescentes, y sintió cómo su cuerpo vibraba, y sintió que se estiraba y se rompía, y supo que aunque volara hacia el mundo, no regresaría al mundo. El Gran Espíritu lo había dicho, y comprendió, y sintió felicidad por haber cumplido su última voluntad.

Las criaturas habían estado observando el ascenso del ave, y la habían perdido de vista, y habían regresado a sus asuntos. Ahora, las criaturas pudieron ver una brillante luz que cruzaba el cielo en dirección al mundo. Y vieron cómo esa luz crecía en brillo y en tamaño, y vieron cómo estallaba en miles de fragmentos, pequeñas lucesitas que se dispersaron por el cielo y llegaron a cada rincon del mundo, a todos los rincones del mundo.

Y cada criatura fue alcanzada por una de esas lucesitas, y esa luz que había sido el ave y también la joya y también la voluntad del Gran Espíritu, se hizo una con todas las criaturas de todos los rincones del mundo.

Los Trece días del Mago

El Tzolkin es un ciclo grande, compuesto de ciclos más pequeños. Uno de ellos, de gran importancia dado el sentido evolutivo del Tzolkin, es la «Onda Encantada», o «Los Trece Días De…». 

El segundo de ellos, y que en estos momentos estamos transitando (del 2/1/16 al 14/1/16) es el del Mago.

Los Trece Días del Mago

Tomando la energía del Mago como base, estos trece días nos invitan a convertirnos en creadores de nuestra realidad. El movimiento energético que debemos realizar en nuestro interior es: preguntarnos cómo creemos que es el mundo, estar conectados con el momento presente, el aquí y el ahora, permitirnos ser receptivos, tanto para percibir las cosas tal cual son, sin interpretaciones, como para recibir lo que nuestro Ser Superior o la Totalidad tiene para nosotros en este momento. Cuanto más conectados con el momento presente podamos estar, más concientes seremos de cómo creamos nuestra realidad a través de nuestra conciencia.

Los Trece Días del Mago nos transmiten una energía que es muy extraña para nuestra cultura: la energía del presente. Estamos muy acostumbrados a vivir cada momento pensando en el pasado y en el futuro: según parece, las circunstancias que vivimos son consecuencia de lo que ha sucedido antes, y lo que hacemos hoy repercutirá en lo que vendrá mañana. Llevando nuestra atención hacia otro lugar, nos perdemos la experiencia del momento presente: el aquí-y-ahora se nos escapa, se nos pierde de vista, salvo en esos momentos de intensidad sensorial en los que «el tiempo se congela», o los de intensa diversión en que «el tiempo parece volar». ¿Podemos llevar nuestra atención al momento presente? Sí: la meditación nos conduce muchas veces allí, así como la conexión con la naturaleza, la música, y cualquier vía de encuentro con lo sagrado: oración, arte, reflexión trascendental…

Y así se abre un infinito de posibilidades, y nos convertimos en creadores de nuestras circunstancias.

Claves para estos Trece Días

  • Atraer a nuestra conciencia la idea de que somos creadores de nuestras circunstancias.
  • Permitirnos desafiar las ideas previas, buscando una perspectiva diferente, y activando el cuestionamiento de nuestras creencias y las creencias transmitidas por nuestro marco cultural y personal.
  • Dar forma a una nueva responsabilidad: la de convertir el momento presente en una oportunidad de creación de experiencias positivas, tomando la iniciativa para construir un nuevo orden en nuestra vida cotidiana.
  • Organizar la energía, calibrando su manifestación, para que sirva al propósito de aumentar la intensidad de la experiencia/conciencia del aquí-y-ahora.
  • Canalizar la sabiduría superior que llega en el momento de encuentro entre el instante y el infinito, convirtiéndola en algo tangible, transmitiendo nuestra perspectiva para lograr integrar las ideas con las circunstancias concretas.
  • Concretar un mensaje: ¿qué estoy descubriendo cuando estoy en el presente, cuando medito, cuando me centro en el aquí-y-ahora? ¿Qué «verdad» surge de mi interior, y puede servir a otros para ampliar sus horizontes?.
  • Perfeccionar el vínculo con el misterio, aceptando que no siempre se puede «comprender» el mecanismo por el cual suceden las cosas, y liberando la necesidad de elegir y acertar.
  • Compartir la energía de la liberación de las máscaras, mostrando a todos en tu círculo, en tu «tribu», que trayendo la conciencia al presente y siendo uno mismo sin condicionamientos, se puede lograr dar un salto evolutivo y comenzar a vivir una infinidad de oportunidades.

Si necesitas ayuda u orientación personalizada, escribe a jaimebarzi.ten@gmail.com para conocer las actividades y servicios que mejor se ajusten a tu búsqueda actual.

Jaime San Martín Barzi

¿Qué es el Tzolkin?

La palabra Tzolkin es una adaptación actual de la palabra maya quiché ch’ol q’iij, «el orden de los días» que nos sirve para designar a un «calendario» de 260 días, hijo de la visión maya del tiempo, que asocia los ciclos del sol, la luna y las estrellas. Sin entrar en debates acerca de su origen, su veracidad como calendario ancestral y su vinculación con los pueblos de la antigüedad (puedes leer mi artículo al respecto aquí), comentaremos aquí cómo es y para qué nos sirve, hoy por hoy.

Ruedas del TzolkinLa forma más correcta de entender el Tzolkin es como la combinación de dos ruedas o engranajes, uno mayor, de 20 dientes, el otro menor, de 13 dientes (ver imagen). En su movimiento, la rueda pequeña irá haciendo coincidir sus dientes del número 1 al número 13 con los dientes del número 1 al número 13 de la rueda grande, y al llegar al número 14 de la rueda grande, será el diente número 1 de la rueda pequeña el que se encontrará con él. Haciendo un poco de matemáticas, llegamos a la conclusión de que, recién 260 movimientos después, la combinación será la misma. Esas 260 combinaciones son los 260 «kines» que conforman el Tzolkin.

Ahora bien, pongamos nombres: llamemos a la rueda grande, «Rueda de los Sellos», y a la rueda pequeña, «Rueda de los Tonos». Cada kin, entonces, estará compuesto por un Sello y un Tono.

En la Rueda de los Sellos, aprendemos a observar 20 arquetipos «solares», vinculados con la energía esencial que el kin posee. En la Rueda de los Tonos, cada uno de los tonos «lunares» nos informan la manera en que ese arquetipo de manifiesta (se expresa o se pone en movimiento).

Conociendo el kin en el que una persona nació, podemos saber qué energías lo auspician, por lo que decimos que el kin en el que nació esa persona es «el kin de esa persona». Aprender a leer el sentido del kin es complejo, aunque existen muchas palabras clave e imágenes, con las que podemos conectar con este conocimiento, que es muy poético e intuitivo. Cada persona hará una lectura creativa, diferente y personal, del «significado» de un kin, y por supuesto, de cómo ese kin nos confiere su energía. Aunque existen en internet muchas fuentes donde leer «cuál es mi kin y qué significa», te recomendamos que lo preguntes a una persona que conozca del tema: con su Brújula Galáctica, esta persona buscará la fecha del Tzolkin en que naciste, y a través de este proceso, conectará con las energías del Sello y el Tono de tu nacimiento y cómo se aplican en tu caso particular.

Jaime San Martín Barzi